domingo, 16 de noviembre de 2008

XIV


Tus ojos,
fresco amuleto
de jade
que se resbala
de mis manos
y se engarza
en el recuerdo.
Nombrarte
es el suplicio
fútil
y exorbitante
que precede
a la derrota.

Tamara Demiryi

III


Sumida en una especie
de abandono cósmico
imploro por el día
en que lo ruinoso
se rectifique,
se vuelva a edificar.
¿Hasta cuándo personificar
un héroe de espada machacada,
a lo Dostoiewsky?

Tamara Demiryi

X

O me ensancho,
o encuentro un ser-cántaro,
o me fragmento explosivamente en mil pedazos.

Tamara Demiryi

XI


Transito el obstinado bosque de significaciones,
la noche,
a lomos de una entusiasta lapicera
que la desmenuza y la mancha.
Versos agolpan en mí
elementos que el devaneo cósmico
se empeña en disipar.
La luna reposa sobre mis párpados adormecidos.

La contemplación de la belleza puede ser agotadora.

Tamara Demiryi

XIII

Tu nombre,
o esa hirviente procesión silábica
que difunde sus habilidades escultóricas
sobre el mosaico de mis huesos.
Prohibido y conjetural,
unidad, medida, tormento,
contorno de la hilaridad,
no hace más que probar
que las palabras apocopan.

Tamara Demiryi